Esta es la historia de Santiago riera (2), Alvin Gómez (12) y Gelson León (13), tres niños que luchan contra la leucemia. Fotos: Cortesía
“La salud es lo más importante”, una frase que se ha tornado ligera en la cotidianidad de todo ser humano; pero, cuando el monstruo del cáncer se ‘come’ de a poco la vida de estos niños, son sus padres testigos reales de esas palabras, mientras se debaten entre dos grandes esperanzas: un trasplante o un milagro.
El único oficio que practican ahora los padres de Santiago Riera, de 5 años; Gelson Estiven León, de 13; y Alvin Gómez, de 12, es procurar su bienestar en medio de la leucemia, una enfermedad caracterizada por la proliferación excesiva de leucocitos o glóbulos blancos en la sangre y en la médula ósea.
Jean Carlos Riera, padre de Santiago, narró su viacrucis y cómo, entre tanta pesadumbre, “en el mundo sigue habiendo gente más buena que mala”, la misma con la que ha contado durante el tratamiento y quimioterapias de su hijo.
Jean Carlos Riera, padre de Santiago
Riera, entre un conglomerado de súplicas anudadas en la garganta, pidió ayuda para trasladar a su hijo a cualquier país donde puedan realizarle el trasplante de médula ósea.
La experiencia los hace convertirse en una especie de “doctores” de sus propios hijos. Este padre contó que desde hace un año y siete meses, el día del cumpleaños de su mamá, una tía enfermera le vio morenotes en el pecho a Santiago.
“Nos alertó que debíamos llevarlo a un médico de inmediato. Así lo hicimos. Cuando nos dieron el diagnóstico, le pregunté a Dios por qué a él siendo tan chiquitico y no a mí. Que lo dejara vivoy me llevara a mí”, evocó.
No contar con el dinero necesario es “estar atados de manos”. Aunque rescató el buen trato de todo el personal del Hospital de Especialidades Pediátricas y su dirección, así como, las fundaciones que se suman a esta noble causa para salvar vidas a través de donaciones.
“Quiero que se lo lleven a donde sea que lo ayuden”, fue mensaje que envió a entes gubernamentales y empresas privadas que estén en disposición de darle una esperanza al pequeño que, según el progenitor, sabe que está enfermo, pero no tiene consciencia para reconocer que su vida pende de un hilo.
Para realizarle la intervención, en la que su hermano de 11 años será donante, es necesario que Santiago esté en la etapa de remisión; sin embargo, la inconsistencia de las quimioterapias ha dificultado que este proceso se culmine, por lo que pasarían unos tres meses, cumpliendo a cabalidad el tratamiento, para ser un candidato a trasplante.
“La enfermedad no espera. Come, come, come, hasta que suceda lo peor”, expresó con las lágrimas que devinieron de una impotencia evidente por no tener la vida de su hijo en las manos, sino en la bondad de terceros, incluyendo a Dios.
Jean Carlos Riera, padre de Santiago, sigue en una batalla constante para que su hijo consiga el traplante de médula. Foto: Instagram
Para colaborar con este caso, está a disposición la cuenta en Instagram @porsanti y el número telefónico 0414-0675050, de Jean Carlos Riera y Melcy Domínguez, padres de Santiago.
Los hermanos de los niños con leucemia son 100 por ciento compatibles para donar; los padres 50 por ciento. La enfermedad involucra de manera imperativa la voluntad de la familia. Un hijo salva otro, pero en Italia, por ejemplo, cientos de personas se hacen pruebas de compatibilidad de manera espontánea para preservar la vida de alguien a quien no conocen. Este país es el objetivo de la mayoría de los padres de niños con este padecimiento.
María Rincón, madre de Gelson
Hasta ese edén de esperanzas tuvo la oportunidad de ir Gelson Estiven León, quien desde los 9 años fue diagnosticado. Su madre, María Rincón, relató cómo pasó de la felicidad infinita por conseguir su trasplante, a la pesadilla de la recaída en noviembre pasado.
Gelson ahora tiene 13 años. Se queja, llora, se revela ante una enfermedad que lo inhibe de las actividades de un muchacho de su edad, de la escuela. Porque ahora los medicamentos son más invasivos.
“Su futuro es incierto. En la casa vendemos hielos y refrescos para ayudarnos con los pasajes. Vivimos en El Gaitero, San Francisco. Aunque cuando no tengo pasajes salgo a pie. Los vecinos nos colaboran cuando tenemos que hacer los controles, pero no es suficiente. Me dedico a él por completo”, expresó Rincón, con el mismo sentimiento que le cortaba las palabras al señor Jean Carlos.
El hermano de 15 años es el donante de Gelson. Aseguró su madre que “ir a Italia otra vez sería seguro”, confiada en que allá “hay muchos donantes y tecnología”.
A pesar de las vicisitudes que le pone en el camino la enfermedad, Gelson se fascina con los animales. Cree en su futuro y en que podrá ser biólogo marino.
María y él tienen la misma fe puestas en el viaje de la conquista por su renacimiento. El que le diga que está completamente sano y pasar la amarga página que les tocó vivir con la enfermedad que “come” vidas.
Gelson León fue diagnosticado con leucemia cuando tenía 9 años
A través del número 0416-9611736 se puede contactar a la señora María Rincón para conocermás y colaborar con el caso de Gelson.
A estas historias se suma la de Alvin Gómez, de 12 años, quien tras seis años de haber sido diagnosticado, también sufrió una recaída en 2012; evento que superó con la ayuda de quimioterapias.
Hoy, este tratamiento se ha vuelco cuesta arriba; no obstante, la ventana de un trasplante en Valencia, estado Carabobo se ha abierto. La noticia le cayó como una bocanada de aire fresco al corazón de su madre Érika Semprún, una mujer que engrosar las estadísticas de madre soltera en Venezuela, por consiguiente, le toca batallar sola por la vida de su hijo.
“El trasplante no tiene fecha, está en proceso de papeleo. Soy la única que puede donarle a Alvin. Su padre está ausente desde que tenía meses. No trabajo porque todo lo que hago es dedicarme a él”, manifestó.
Estos pasajes rudos, que la vida le pone en frente a una fracción de la población mundial, siempre cuenta con “ángeles”: un amigo, vecina, hermana o hermano, se vuelven incondicionales. En el caso de la señora Érika, cuenta con la solidaridad de su hermana. Santiago, por su parte, recibe la ayuda desinteresada de una amiga de sus padres, quien sacrifica el tiempo con su familia por regalarle un pedacito de esperanza a él.
La madre de Alvin sintió que alguien le cortaba las alas al escuchar que no podría viajar al exterior para el trasplante. “Los médicos han hecho lo posible para que la enfermedad no avance”, aseveró.
Al igual que Gelson, este niño le manifiesta a su madre el cansancio entre las paredes del hospital. “Tengo ocho años aquí”, repite cuando siente que las fuerzas se le van de vacaciones; pero su madre le insiste que todo aquello “es por tu bien y porque los médicos solo quieren que te recuperes”.
Tres meses necesita para entrar en etapa de remisión, un objetivo truncado por cumplir de manera estricta con el tratamiento.
Semprún exhortó a la población a donar sangre. Una acción desinteresada que, en buena medida, se convierte en salvadora de estos niños inmersos en una constante cruzada con la muerte.
Érika Semprún, madre de Alvin, confía en que su hijo le ganará la pelea a la leucemia. Foto: Facebook
Las colaboraciones para Alvil Gómez se pueden realizar por medio del correoEsta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. y el teléfono 0412-8179897.
Estos tres casos son una pequeña representación de miles de familias que les toca convivir con la palabra ‘leucemia’, con sus dificultades, con sus desesperanzas, con sus malas y buenas noticias. El único objetivo de estos padres es dejar el alma en el ring con un contendiente que no discrimina condición social, raza, ni edad.
Jennifer Marrugo
Fotos: David Moreno
Noticia al Día


“El trasplante no tiene fecha, está en proceso de papeleo. Soy la única que puede donarle a Alvin. Su padre está ausente desde que tenía meses. No trabajo porque todo lo que hago es dedicarme a él”, manifestó.